La
necesidad de buscar a Dios no nace de un proselitismo proclamado, sino de un
encuentro y experiencia con Dios. Un Padre al que buscas que responda a todas
tus aspiraciones y ansias de felicidad. Experimentada esa necesidad se produce
el encuentro.
Ven,
Espíritu Santo, y sácame del fango y la perdición a la que me lleva este mundo
con sus seducciones y tentaciones. Dame la paz, la sabiduría y fortaleza de
saber en todo momento discernir y tomar el camino al que Tú, mi Señor, me
invitas. Amen.
Buscas tener un encuentro serio con Dios cuando experimentas que tu vida tiene un tiempo para alcanzar tu felicidad eterna. Y ese tiempo es este mundo. Descubres que solo Jesús, el Mesías enviado por el Padre, puede darte esa felicidad eterna. Entonces le buscas.
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