Es
verdad, lo único y verdaderamente importante es preguntarme, ¿qué pasará
después de mi muerte? Porque, si mi vida ira a la condenación eterna, todo lo
gastado y vivido en este mundo habrá sido en vano. Por tanto, plantearse el
camino a seguir es lo importante.
Renueva,
Señor, nuestros corazones y darnos un corazón nuevo capaz de aceptar el perdón
y la misericordia en aquellos contrarios a la verdad y al bien de los demás. Un
corazón como el Tuyo, Señor, que ama a pesar de no merecer ser amado.
Lo que me debe preocupar es cómo va a quedar mi vida a la hora de presentarme ante el Señor. Porque, con cerrar los ojos o mirar para otro lado no eludes el problema que tendrás que afrontar al final de tu vida. Se nos medirá por la cantidad de amor que demos.
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