No
hay respuesta cuando nuestra alma está entregada a las seducciones de este
mundo. Sabemos, no se puede servir a Dios y al dinero. Por tanto, si te cierras
a la Palabra de Dios, te entregas al mundo, y él se encarga de los ojos de tu
alma vivan en la oscuridad.
Aumenta
y fortalece mi fe, Señor. Porque, Tú lo sabes, vivo en este mundo lleno de
seducciones que gustan a mi naturaleza y me inclinan a pecar, a satisfacer mi
egoísmo y a faltar, por tanto, a mis hermanos, sobre todo a los más débiles.
Aumenta mi fe, Señor.
Mi fe es verdadera fe cuando es consecuente con su compromiso de bautismo. Dame, Señor, la Gracia de ser coherente con mi compromiso bautismal y de llevar en mi vida la actitud de responder a esa Gracia de ser sacerdote, profeta y rey. Amén.
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