Nuestra relación
con nuestro Padre Dios no puede quedarse en una relación de prácticas, normas y
cumplimiento. Eso sería una relación más de contrato, de patronos y jefes que
de Padre Misericordioso e hijos, tal como nos anuncia Jesús.
El camino es duro
y se hace en muchos momentos insoportable y difícil de sostener. Hay momentos
de euforia, de fortaleza y hasta de seguridad, pero hay otros en los que la
debilidad se hace presente y todo se vuelve oscuro y en deseos de rendirse.
¡Mantenme firme, Señor!
Esa relación
basada en prácticas y cumplimientos rompería nuestra relación de hijos con un
Padre Amoroso y Misericordioso tal y como nos anuncia Jesús. Nuestra relación,
nos dice el Señor, debe ser de hijos con un Padre Bueno, que nos quiere y nos
envía a su Hijo, nuestro Señor Jesús, para liberarnos de las ataduras del
pecado, darnos la libertad y la vida eterna.
Esa es la clave y la cuestión, ser misericordioso como mi Padre Celestial es Misericordioso. Y si soy hijo, y quiero ser hijo, debo de imitar a mi Padre Dios. No obstante, su Hijo, enviado a este mundo así nos lo ha anunciado y enseñado. Él es el Camino, la Verdad y la Vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.