La vida nos lleva
a enfrentamientos. Es nuestro pan de cada día las desavenencias, los
conflictos, desacuerdos y choques. Nuestras relaciones están marcadas por nuestros
propios conflictos y se hace necesario el auxilio y la asistencia del Espíritu
Santo
Señor, confieso
que mi fe es débil y que realmente no sé que idea tengo de Ti. Sé cual es tu
Voluntad, pero no sé si realmente eso es lo que yo quiero hacer. Y como mi
confusión es grande, te p ido, Señor, que me moldees y me hagas según tu
Voluntad.
Reconocernos pecadores e imposibilitados de lograr esa ansiada y deseada reconciliación por nosotros mismos es el primer paso que debemos de dar. Solo asistidos en el Espíritu Santo podemos lograr convertir nuestro corazón, endurecido por el pecado, en un corazón manso y humilde capaz de reconciliarnos con nuestros prójimos, e incluso enemigos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.