No es cuestión de
sacrificios ni privaciones o abstinencias. Se trata de que des un vuelco a tu
corazón, y donde hay egoísmo pongas amor; donde hay desinterés pongas interés y
generosidad. Y donde hay rencor, odio o venganza pongas misericordia.
Desde hace algún
tiempo, Señor, mi vida está apoyada y descansa en Ti. Sólo tiene sentido el
caminar contigo y hacia Ti, y todo mi anhelo y esperanza está puesto en
reunirme contigo el día que Tú me llames. Esa esperanza me sostiene firme en mi
camino hacia Ti.
Ahora, es evidente que la oración, la limosna y ayuno te ayudan a que tu corazón endurecido se vaya transformando en un corazón suave, comprensivo, humilde, bueno y misericordioso. Porque, la oración te lleva a la relación con tu Padre Dios, y sólo Él puede transformar y convertir tu corazón endurecido por el pecado en un corazón bueno y misericordioso.
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