A partir del
reconocimiento de nuestra propia debilidad, somos conscientes de que nuestra
débil naturaleza – herida por el pecados – es tentada en muchos momentos de nuestro
camino. Por tanto, estar preparado y fortalecidos en el espíritu es condición
sine qua non.
Es un privilegio
tenerte como Madre, y quiero pedirte que me enseñes el camino de permanecer
fiel y seguir los pasos de tu Hijo, ese al que tu diste tu vientre para que
viniese a este mundo a liberarnos del pecado y anunciarnos la Infinita
Misericordia del Padre.
Reconocernos pecadores es aceptar la tentación. Eso nos debe alertar para prepararnos. Nuestra santa Madre Iglesia nos pone este tiempo de cuaresma como tiempo de preparación para que estemos atentos y precavidos con la seducciones y tentaciones que el mundo, demonio y carne nos propone y con las que trata de debilitarnos y desviarnos del camino hacia la Casa del Padre. Apartarnos al propio desierto de nuestra vida es una buena ocasión para fortalecernos y prepararnos para la lucha.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.