jueves, 4 de noviembre de 2021

 

No se puede estar entre dos aguas cuando decidimos seguir a Jesús. Lo decimos y l creemos, pero, nos es difícil realizarlo. Hay cosas en el mundo que nos hacen dudar y nos seducen. Necesitamos la fuerza del Espíritu Santo para poder superarlas. Y eso nos descubre nuestras limitaciones.

Jesús el Señor, nos lo dice muy claro: «Si alguno viene a mí y no pospone a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío. Quien no carga con su cruz y viene en pos de mí, no puede ser discípulo mío»

La única solución es la oración. Pedirle al Señor que nos llene de su Gracia para, despojándonos de todas nuestras apetencias y egoísmos, aceptar su Voluntad y ponerla, por y con la Gracia y Fortaleza del Espíritu Santo, en el primer lugar de nuestra. Que el Señor sea el Señor – valga la redundancia – de mi vida

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