
Ayer me fue difícil pensar por la noche.
No es que no lo hiciera, pero estoy en Barcelona compartiendo unas jornadas
entre blogueros con el Papa y el tiempo no es suficiente para atender todo lo
que te gustaría atender. Ahora, poco a poco, acabo de llegar a casa, la una y veinte en Canarias, iré recobrando, por la Gracia de Dios, el ritmo.
Incluso tus oraciones se ven alteradas,
pero no ausentes, porque la intensidad de la convivencia intensifica más tus
oraciones en la escucha, la renuncia y el servicio atento a los hermanos en la
fe. Tu corazón, experimentas se hinca y adviertes que la Gracia de Dios te toca
y te llena.
Las Eucaristías, celebradas en un grupo
pequeño y bajo las dos especies, colman de Gracia tu pequeño corazón. La Gracia
del Señor te inunda, la sonrisa apenas se ausenta de tu cara y experimentas que
amas constantemente. Te sientes y adviertes que realmente existe y porque eres
amados y puedes amar.