Y en esta
promesa, la Iglesia, experimenta la acción del Espíritu y la alegría de superar
todas las dificultades que salen en el camino. Un camino de obstáculos, de
luchas y sufrimiento, pero un camino necesario para que el amor haga presencia,
porque sin esfuerzo y dificultades no haría falta amar.
El amor
aparece cuando se necesita. Y nace en los problemas, en las diferencias, en los
momentos de confusión y desconcierto. El amor necesita obstáculos y
dificultades, porque, ¿cómo se podría amar cuando se va a favor de la
corriente? Sí, se puede, pero sería muy fácil y sin esfuerzo. Sería como satisfacer nuestras
apetencias y gustos.
El amor se descubre y se hace
necesario cuando amar exige renuncia, esfuerzo, lucha, soportar, paciencia,
comprensión, escucha, pérdida, perdón, y, sobre todo, amor. Porque eso es lo
que es realmente amar. Y sólo en el Espíritu Santo lo podremos llevar a la vida
y vivirlo.
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