
Una vida, la experiencia nos
lo descubre, se hace no sólo con palabras sino con hechos. Es decir, las obras
son las que van a dar sentido a las palabras, ideas y pensamientos. Porque si
hay palabras, ideas y pensamientos, pero no hay obras, el resultado es como si
no hubiese nada.
Siempre será mejor aquel que,
aunque no diga, sus obras hablan por él. Que el otro que diciendo mucho, sus
obras le contradice y le silencias sus palabras. El testimonio necesita menos
de las palabras que de las obras, porque son las obras las que verdaderamente
van a hablar.
Por lo tanto, concluyendo podemos decir que obras son amores y no buenas razones. La razón, que se hace necesaria tiene que estar acompañada por las obras, porque sin ellas queda desautorizada. Jesús nos lo aclara cuando nos dice: No todo el que me diga: ‘Señor, Señor’, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial.
Por lo tanto, concluyendo podemos decir que obras son amores y no buenas razones. La razón, que se hace necesaria tiene que estar acompañada por las obras, porque sin ellas queda desautorizada. Jesús nos lo aclara cuando nos dice: No todo el que me diga: ‘Señor, Señor’, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial.
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