
Cuando alguien tiene una opinión mal formada de ti, quieres
cambiarla, y para ello necesitas darte a conocer o que te digan la causa del
por qué esa forma de pensar sobre tu persona. De todas formas, lo que tú
pienses de otro condicionará tu forma de vivir respecto a él.
Jesús, cuando lo creyó oportuno quiso saber que pensaba la
gente de Él. Pero, lo que más le importó es saber lo que pensaba aquellos que
estaban cerca de Él. Muchos no supieron que decir. Respondieron lo que le oían
a la gente. Quizás no tenían su propia opinión bien clara. Fue Pedro, como en
otras ocasiones, quien se adelantó a decir lo que pensaba.
Sabemos la respuesta,
pero lo que importa en este momento que, quizás, lees estas humildes líneas, lo
que piensas tú. Hazte la pregunta y respóndetela. Hoy, Jesús, te pregunta a ti.
¿Tienes una opinión sacada de lo que oyes a la gente, o la tienes del
conocimiento que tienes de Jesús? Sacas tus propias conclusiones.
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