
El mundo es una Viña universal que depende de la labor de
los viñadores a la que ha sido dada. Y esa labor dependerá del trabajo y
dedicación de cada uno. La Iglesia debe cultivarla y cuidarla, pero también
estará relacionada con el papel de cada viñador.
Es la Iglesia la suma
de pequeñas iglesias domesticas, que, unidas y bien relacionadas, en común solidaridad
transforman el mundo y dan buenos y hermosos frutos cuando venga el Hijo,
enviado por el Padre, a recogerlos.
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