El hombre se engaña, se auto traiciona cuando se ciega y
distorsiona la realidad. El verdadero tesoro no está en los bienes, riquezas y
placeres de este mundo. Entre muchas, por una simple razón, todo eso se consume
y deja de dar felicidad. Sólo Dios permanece ardiendo en el gozo, felicidad y
paz que brota de su Amor.
Jesús, el Hijo de
Dios hecho Hombre, ha Resucitado, y lo confirma con su presencia entre los que
vivió esos tres años que anduvo por la tierra. Su Vida es Eterna y plena de
gozo y felicidad. Y nos lo ha revelado por medio de sus apóstoles, a los que ha
enviado a decírnoslo también a nosotros. Debemos estar prestos a esta realidad,
Jesús nos enseña sus manos y sus pies. Es el Señor.
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