Es bueno y necesario
descansar, pero hay que hacerlo con calma, con tranquilidad y en un lugar de
verdadero descanso, sin ruidos y sin nada que nos distraiga ni nos agobie. Y en
presencia del Señor para en Él apoyarnos y encontrar la paz. Necesitamos
reorientar nuestra vida desde la serenidad y la paz.
Ha sido el domingo el día
escogido para el descanso. Día de la Resurrección del Señor, fundamento de
nuestra fe y nuestra esperanza. Día para recargar nuestras fuerzas materiales y
espirituales, pero siempre teniendo en cuenta que no podemos dejar las
necesidades de los demás que quizás en esos días nos reclaman y necesitan.
De cualquier forma, el cuerpo y la mente se agotan y
necesitamos apartarnos para descansar y conectar en la oración con el Señor,
verdadero descanso de nuestra alma y cuerpo, pero eso no debe dejar en segundo
lugar las necesidades que, por imperativo de las circunstancias, requieran su
atención en esos momentos.
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