El Evangelio de hoy nos
presenta a un personaje de gran coherencia. Su vida fue una constante alrededor
de Cristo al que preparó los caminos a su venida. Fue siempre fiel a su palabra
que refrendó con su vida y sus actos proclamando siempre la verdad.
No se erigió en ser él el que
había que venir, sino que se definió como la voz que clama en el desierto y
anuncia la llegada del verdadero Mesías. Él se quita del medio y deja el camino
a Jesús después de bautizarlo en el Jordán. Conviene que él se abaje para que
crezca el Señor.
Juan el Bautista entrega su vida consciente de que su
misión ha terminado. Poco antes había preguntado si era Jesús a quien debían
esperar y la respuesta le deja colmado de paz y alegría: los ciegos ven, los
cojos andan, los mudos hablan, los enfermos sanan…etc. Realmente ha llegado el
Reino de Dios.
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