Nos ayudaría y nos conviene
hacernos esta pregunta: ¿Por qué sigo a Jesús? ¿Simplemente para que me proteja
y me ayuda a solucionar los problemas de mi vida? ¿Para qué me dé vida eterna?
Indudablemente que mucho de eso hay, pues nuestro amor humano nos inclina a
ello. Pero, ¿hay algo más?
Esa es la reflexión que me
debo hacer. ¿Busco algo más? ¿Los signos que hace el Señor me ayudan a
descubrir lo que realmente quieres decirme? ¿Percibo que Jesús es el verdadero
Pan bajado del Cielo para alimentar mi vida y transformarla en una vida dada y
generosa por amor?
Cada día con la oración del Padrenuestro le pedimos al
Señor que nos dé, no solamente el pan que necesitamos cada día, sino el
alimento espiritual que nos sostenga fiel y perseverante en la oración y los
sacramentos de la Eucaristía y Penitencia, alimentos que nos dan la Gracia y
nos fortalecen en la lucha y el camino de cada día.
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