Solemos
darle importancia a las cosas dependiendo de quién nos las diga. Si lo que
oímos viene de alguien a quien nosotros le damos importancia y notabilidad,
escucharemos y recogeremos eso que nos dice, pero si viene de alguien al que
consideramos pequeño, igual o menos que nosotros, murmuraremos y nos costará
más escucharle y atender lo que dice.
Por
desgracia eso nos suele pasar, y también le sucedió a Jesús. Sus paisanos no le
entendieron y, ahora, tampoco le entendemos nosotros. Posiblemente, el Señor
nos hable ahora a través de alguien. Alguien sencillo y humilde que está a
nuestro lado, pero nos parece de poca importancia y que nada nos puede aportar.
Y cerramos nuestros oídos y
nuestros ojos, y no queremos escucharle ni verle. Hay muchos toques en nuestras
vidas que nos sorprenden, y, aunque deben ser discernidos y minuciosamente
examinados a la luz del Espíritu Santo, pues el diablo también está al acecho
para engañarnos y agobiarnos, tenemos que estar despiertos y atentos a lo que
el Señor nos comunica. El gozo de saber y experimentar que hemos hecho lo que
debíamos nos aclara y nos descubre que estamos en sintonía con el Señor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.