Posiblemente no hemos
advertido el bien que hacemos y que podemos hacer. Quizás no nos hayamos dado
cuenta lo bien que le ha caído a aquella persona tus humildes y pobres
palabras. Se ha sentido liberada y hasta sanada. Detrás de esas frases y
comentarios hay mucho de lo que tu palabra o tus propios actos han realizado.
Todo lo que hacemos lo
hacemos por el Señor y en su Nombre. Por lo tanto, no desconfiemos de su Poder
y de su Promesa. En aquel tiempo, convocando Jesús a los Doce, les dio
autoridad y poder sobre todos los demonios, y para curar enfermedades; y los
envió a proclamar el Reino de Dios y a curar.
Quizás no lo
advirtamos, pero lo ha prometido el Señor y si creemos en Él y estamos con Él
su Palabra tiene cumplimiento. Tampoco nos desesperemos ni nos pongamos eufóricos
ni nos creamos santos. Simplemente confiemos y pidámosle al Señor que se haga
en nosotros su Palabra, lo demás correrá por su cuenta.
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