
No debemos quedarnos solos y
separados de la comunidad donde protegernos de aquellos que, incluso dentro de
ella pueden atacarnos y destruirnos. Observemos sus frutos y eso nos puede
ayudar a darnos cuenta del peligro y de la cercanía de los lobos.
Tengamos en cuenta que un
árbol bueno, tal y como nos dice el Evangelio de hoy, sólo puede dar frutos
buenos, pero también un árbol malo no dará sino frutos malos y de eso debemos cuidarnos.
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