
Jesús compara el Reino de Dios con esa semilla pequeña e insignificante que hundida en la tierra muere, germina y se hace enorme. Un árbol grande donde las aves vienen a anidar. Indudablemente, de lo pequeño nace lo grande.
Igual ocurre en nuestro corazón. Dios ha plantado la semilla del Reino dentro de ti, y si la cultivas, la abonas y la riegas con el agua de la oración, esa semilla de amor crecerá y mirará hacia arriba, a los cielos buscando la felicidad – sus frutos - y la Vida Eterna.
Es decir, el Reino de Dios está en ti, porque, Jesús – Reino de Dios – ha venido a anunciarnos esa Buena Noticia y, entregando su Vida, muriendo y Resucitando, nos hace partícipe de ese Reino, rescatándonos de la esclavitud del pecado y avivando esa semilla que vive dentro de nosotros en nuestros corazones.
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