miércoles, 5 de mayo de 2021

 

Jesús nos lo dice de manera clara: Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada. Si alguno no permanece en mí, es arrojado fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen, los echan al fuego y arden. 

De eso se trata, de creérnoslo. Nuestro Padre Dios lo puede todo y hace todo lo que el Hijo le pida. Por tanto, lo que pedimos al Hijo se nos dará también a nosotros. Sin embargo, sucede que quizás no sepamos pedir y pidamos cosas que no convienen a nuestra vida ni a nuestro camino.

Porque, ¡claro está!, no hablamos de pedir cosas para satisfacer nuestros egoísmos o apetencias. Se trata de pedir buscando siempre el bien de los que realmente lo necesitan. En Jesús tenemos el ejemplo. Ya nos lo ha dicho: Él es el Camino, la Verdad y la Vida.

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