lunes, 2 de agosto de 2021

 

Suele ocurrir con mucha frecuencia que no presentamos batalla a las dificultades. Cuando el mundo se nos pone cuesta arriba desistimos de dar la batalla, nuestra fe se debilita y, en consecuencia, dejamos de seguir a Jesús. Algo así como aceptar que su Palabra es imposible de vivirla.

Al parecer nuestra fe depende de los resultados. Es decir, si nos exigen sacrificios, renuncias y superar dificultades, miramos para otro lado y nos dejamos llevar por nuestra razón. Al contrario, si sale como deseamos y pedimos, seguimos adelante.

¿A quién seguimos? ¿A quién nos soluciones los problemas y nos ponga la vida fácil, o a quién nos acompañe, luche con nosotros y nos enseñe a amar por encima del dolor, sacrificio y renuncias? Porque, por un lado afloran nuestros egoísmos y, por el otro, emergen nuestra generosidad y amor. ¿Cuáles escogemos?

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