Conviene
tener espacios de contemplación, de reflexión y de oración. Quizás no nos demos
cuenta, pero necesitamos pedirle al Señor que nos abra el corazón y nos llene
de su Gracia para ver y experimentar su presencia y su Majestuosidad. Y
aumentar nuestra fe.
Quiero,
Señor, ser tu imagen en este mundo. Quiero imitarte y reflejar en todos mis
actos tu presencia y tu amor. Sé, al mismo tiempo, que no soy capaz de hacerlo
por mi cuenta. Necesito tu Gracia y que tu Espíritu me tome y transforme mi
corazón como el Tuyo.
El
momento del Tabor es una enseñanza que, por la Gracia de Dios, podemos repetir
cada día en nuestra relación personal con el Señor. Son esos momentos de
oración que, por su Gracia, experimentamos su presencia, y un gozo de sabernos
cerca de Él. Amén.
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