Es dificilísimo
seguir a Jesús. Me atrevería a decir que imposible sin la asistencia del
Espíritu Santo. Esa es la Gracia que recibimos en nuestro bautismo, la venida
del Paráclito, que por su acción en nosotros, podemos seguir el rastro de
nuestro Señor.
Mantén, Señor,
nuestra fe firme ante las tentaciones y adversidades de la vida, y ante las
seducciones que el mundo te propone incluso presionándote ante los intereses
del egoísmo de muchos hombres para que, como Pedro y Pablo seamos capaces de
sostenernos firmes. Amén.
Reconocer nuestra impotencia e incapacidad para seguir al Señor es nuestro primer paso. Sólo, por y con su Gracia, podemos seguir el ritmo de su Infinito Amor y Misericordia, y transpirar esa capacidad de amar como Él nos ama. Sólo así podemos sostenernos en seguir sus pasos y aceptar ese camino de cruz que nos conduce a la salvación eterna. Porque, una cosa debe quedarnos clara, sólo la cruz nos salva.