Siempre nos da la
sensación de que María, nuestra Madre, está pero no está. Es decir, apenas se
le nota y humildemente pasa por la vida de su Hijo sin apenas, aparentemente,
mucha relevancia. Quizás tengamos que abrir más nuestros ojos para ver la
importancia de sus intervenciones.
Hay momentos,
Señor, en los que viene a mi corazón la conciencia de que Tú, Señor, estás
presente en mi vida. Y eso es lo que me importa, tu presencia en el día de hoy.
Sé, y mi corazón se llena de gozo y regocijo, que todo mi pasado está perdonado
por tu Infinita Misericordia.
El Evangelio de
hoy señala uno de esos momentos significativos e importantes de la intervención
de María en la Vida de su Hijo. Observa el problema de aquella joven pareja,
quizás inadvertida de su gran problema, la falta de vino, e interviene
señalando a su Hijo el problema y pidiéndole su intervención y pidiéndole a los
sirvientes que hagan lo que su Hijo les dice. ¡También eso va dirigido a
nosotros, sirvientes y esclavos del Señor!
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