No se ha ido,
sigue ahí, a nuestro lado, vivo. ¡Ha Resucitado!, y continúa su proclamación,
ahora, a través de nosotros, sus discípulos, en la Iglesia que Él ha fundado, y
en cada corazón creyente, auxiliado por el Espíritu Santo, el Paráclito que
continúa su labor.
La cruz pesa
mucho, lleva, no sólo mis pecados, sino los de todos, y eso, Señor, te hace
caer. Pero, no te rindes, Señor, te levantas y nos muestras el camino y lo que
hay que hacer. Nunca permanecer caídos, siempre, con el Amor del Padre, y la
fuerza de tu Espíritu, Señor, levantarnos y seguir adelante.
Es perseguido,
ahora, pues ya no pueden ni tocarlo, en sus seguidores, pero no consiguen
silenciarlos. La muerte no es el final, y sólo es un paso para llegar a la
verdadera vida, la eterna y en la gloria del Padre. Precisamente, eso es lo que
celebramos dentro de unos días, el paso de la muerte a la Vida, siguiendo el
mismo itinerario que nuestro Señor Jesús.
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