La Voluntad de Dios no es
simplemente que se hable bien de Él y se le presente a los hombres y mujeres,
sino que al darle a conocer transmitiendo su Palabra, también se viva lo que se
transmite. Porque si lo uno no dice lo otro, el Mensaje no llega.
Por eso, cuando le avisan a
Jesús que su Madre y hermanos está buscándole, Jesús, mirando a los que le
rodeaban dice: «Éstos son mi madre y mis hermanos. Quien cumpla
la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre».
No se trata de ignorar a su Madre, sino
de exaltarla, porque ella es la primera que cumple la Voluntad de Dios. Pues,
por ella, Dios se hizo Hombre y nació por obra del Espíritu Santo, para,
tomando naturaleza humana, redimirnos y liberarnos de la esclavitud del pecado.
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