Quién no insiste y no
se esfuerza no consigue nada. Los logros son productos del esfuerzo y del
trabajo, pero en ello tiene mucha culpa la constancia y perseverancia. Ser
tenaz permite, al final, salirse con la suya.
Desde esa perspectiva,
Jesús nos invita a rezar, a pedir y a insistir una y otra vez. Porque quien
pide, recibe; quien busca, encuentra, y a que llama, se le abre.
Y lo comprobamos y experimentamos en nuestra
vida cuando nos empeñamos en conseguir algo que está a nuestro alcance. De la
misma manera, Jesús nos propone empeñarnos en ser santos como su Padre es
Santo, porque a esa santidad estamos llamados.
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