A lo largo de nuestra vida
vamos experimentado que muchas cosas van cambiando: costumbres, formas de
vivir, pero también de actuar y de ver. El problema es que llegamos a
confundirnos, y ya no sabemos si está bien defender la vida, o matarla.
La confusión llega tan lejos
que algunos piensan que no matan y que respetan la vida. Pero luego están de
acuerdo con el aborto; calumnian y lapidan a otros con su lengua; insultan y
critican la fama y dignidad de otros, y no se guarda el respeto. ¿No es eso matar también?
Todo, al parecer de muchos, es relativo, y cada cual
pone sus leyes y principios. El mundo va demasiado bien a pesar de todo esto,
porque debería ir peor. Y eso nos descubre la presencia de Dios, porque sin
Dios, ¿qué sería del hombre?
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