No encuentras la felicidad
por hacer mucho ejercicio físico, ni alcanzar gran preparación intelectual.
Tampoco por ocupar grandes cargos o poseer muchos bienes y riquezas. La
felicidad se esconde en el amor comprometido y desinteresado. Todo es simple,
amar sin condiciones ni interés.
Pero, la experiencia de tu
propia vida te descubre que no es tan fácil. Si bien es fácil de entender, se
hace muy difícil de vivir. No lo propone Jesús como algo fácil, sino todo lo
contrario. Sabe que tratar de vivirlo es remar contra corriente, porque el
mundo tiene otro criterio.
Pero, si es verdad que cuando, por experiencia, buscas
en la vida la felicidad, pronto empiezas a descubrir que no será fácil
encontrarla. Porque quizás buscas donde no se encuentra. El mundo no la tiene,
está, precisamente, en el amor.
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