viernes, 29 de abril de 2016



Un hombre es humilde cuando es capaz de tomar conciencia de su pequeñez, de sus limitaciones, de sus necesidades, de su origen y de su destino. Un hombre es humilde cuando toma conciencia que su vida está sostenida para ser vivir en plenitud y que este mundo es sólo un camino para alcanzarla.
                             
Un hombre es humilde cuando advierte que la felicidad no consiste en saber, poder o tener, sino en vivir en la paz y el gozo de saberse salvado y eterno. Y experimenta que es ahí donde está la verdadera alegría y que eso es lo que realmente te viene a ofrecer y revelar Jesús, el Hijo de Dios.

Un hombre es humilde cuando descubre que sus esperanzas y su felicidad no están en las manos de este mundo, sino en el Amor que Dios, nuestro Padre, nos ha revelado en su Hijo, Jesús, y por los méritos de Él, entregando su Vida en una muerte de Cruz, somos salvados.

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