El amor es el matiz que hace bueno o no tan bueno cualquier
precepto o norma que cumplamos. Porque podemos cumplir, pero por soberbia,
suficiencia, prestigio, apariencia y otras intenciones. Sólo el amor
desinteresado y sin condiciones nos salva y da valor a ese cumplimiento.
Quizás, por eso, Jesús le dice a aquel que se le acerca y le
pregunta que deje todo y le siga. Porque dejar todo es poner a Dios en primer
lugar. Y cuando Dios es lo primero, todo lo demás queda supeditado a su
Voluntad. Es lo que observamos en aquellos que le han seguido y han santificado
sus vidas haciendo del Señor el centro de las mismas.
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