Si la verdad no se quiere ver, se busca como disfrazarla y vestirla de verdad escondida en la mentira. Aquellos sumos sacerdotes, escribas y ancianos no querían perder su estatus, instalados en el poder y en la ley. Jesús era, pues, un estorbo y buscaban la manera de borrarlo de la vida pública.
Buscaban como ponerlo en apuros y ridiculizarlo, o quitarle
autoridad. Y se les ocurre la pregunta: ¿con qué autoridad haces esto? Pero
olvidan que están delante del Hijo de Dios, porque no lo quieren ver. Pero los
hechos le descubren la realidad y la sabiduría del Espíritu de Dios les deja en
ridículo.
Entonces ante
tal pregunta, Jesús les responde: «Os voy a preguntar una cosa. Respondedme
y os diré con qué autoridad hago esto. El bautismo de Juan, ¿era del cielo o de
los hombres?Respondedme». Ellos discurrían entre sí: «Si decimos: ‘Del
cielo’, dirá: ‘Entonces, ¿por qué no le creísteis?’. Pero, ¿vamos a decir: ‘De
los hombres’?». Tenían miedo a la gente; pues todos tenían a Juan por un verdadero
profeta. Responden, pues, a Jesús: «No sabemos». Jesús entonces les dice:
«Tampoco yo os digo con qué autoridad hago esto».
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