Aquella gente que seguía a Jesús, posiblemente, le seguían buscando la curación y el interés material. Y también experimentaron el poder saciar el hambre material. Jesús compadecidos les procuró también en abundancia el alimento corporal.
No cabe ninguna duda que hoy,
en la actualidad, el mundo puede satisfacer esa hambre que muchos de sus habitantes
padecen. Porque hay panes y peces para todos. Sólo hay que distribuirlos en
orden a la verdad, la justicia y el amor.
Y, no sólo darlos, sino enseñarles a producirlos.
Pero, también, y más importante, darles a conocer el Verdadero Alimento
Espiritual que da la Vida Eterna, la verdadera Vida que todos buscamos cuando
le llegue la hora a esta vida corporal.
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