Cuando se habla de una persona,
ser recuerda lo bueno que hizo. Se trata de olvidar lo malo y se resalta lo
bueno. Porque es lo bueno lo que interesa y lo que permanece. Bien, es verdad,
que lo malo está ahí y cuando en la balanza de la vida tiene su peso, puede
contrarrestar a lo bueno.
Pero lo que prima siempre es lo
bueno. Porque el hombre está hecho para hacer el bien. Eso es lo que significa
ser libre, vivir en la verdad, la justicia y el bien. Porque nadie quiere hacer
el mal, y cuando lo hace sabe que está actuando contra su propia naturaleza.
Eso es lo que en el Evangelio de hoy nos dice Jesús: No hay mandamientos
mayor que el amar a Dios, porque inmediatamente, si tu amor es sincero y en
verdad, amarás también a los hombres, pues son también hijos de Dios, y, por
tanto, tus hermanos.
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