Hoy nos dice el Señor que no
vale con decir Señor, Señor, sino hacer su Voluntad. Y hacer la Voluntad del
Señor no es hacer ciertas obras de caridad y cumplir con ciertas normas y
preceptos, sino vivir en el Amor de Dios y actuar según la Gracia de ese Amor.
Es tratar de ser otro Cristo, con su Gracia, y vivir en esa actitud.
Reconocer que somos pecadores
y saber que no podemos imitar a Jesús, sin vivir injertados en el Espíritu Santo,
es abrirnos a la Gracia del Espíritu para dejarnos llenar de humildad y de
arrepentimiento y ser fortalecidos para dar cauce y concreción a nuestra
palabra. Es descubrir que sólo en Él podemos encontrar la fuerza para poder
vivir en su Voluntad.
Eso es sinónimo de construir sobre roca, porque Jesús
es nuestra roca firme en la cual podemos sostenernos ante las tempestades y
huracanes que el mundo, la carne y el demonio nos presentan. En Él soportaremos
toda tempestad, pero sin Él seremos pasto de las tentaciones y seducciones del
mundo que nos amenaza.
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