Todas las madres experimentan esos
momentos. Porque, los hijos, siendo la alegría de la casa, también traen
sufrimientos y dolores. Tanto sus éxitos como fracasos son compartidos por sus
padres, hermanos y familiares, y si unos representan alegría, otros traen
sufrimientos.
José y María, la sagrada familia,
no está exenta de estos acontecimientos terrenales. Pasan tres días agónicos y
cargados de expectación y dolor. Buscan al Niño que se ha perdido y no saben dónde
puede estar. Deciden regresar a lugar de donde han partido y experimentan
preocupación y disgusto.
Por fin, lo encuentran en el templo, junto a los doctores de
la Ley. Y, a pesar de la alegría del encuentro, María, su Madre, le presenta su
preocupación y le dice, ¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo,
angustiados, te andábamos buscando». Él les dijo: «Y ¿por qué me buscabais? ¿No
sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?». Pero ellos no
comprendieron la respuesta que les dio.
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