Jesús, aprovecha esta
sentencia y nos dice que quienes dejan abonar su corazón de la Gracia del
Espíritu de Dios se llenan cada vez más de Espíritu Santo y, por consiguiente,
crecen más en la fe y en el amor. Es decir, tienen cada día más en el sentido
espiritual e importante para nuestra vida de Gracia y de salvación.
Por el contrario, aquellos
que se mantienen en una fe mediocre, superficial, entre dos aguas. Con una vela
a Dios, pero con otra mirando al mundo y a sus ofertas, se empobrecen y cada
día se alejan más de Dios y se pierden. Diríamos que están más cerca de caer en
las manos del diablo que crecer en la Gracia de Dios.
Tratemos de caminar y no estancarnos. Tratemos de
abrir nuestros corazones a la Gracia de Dios y llenarnos cada día más de su
Amor y su Misericordia. Pongamos nuestra mirada y nuestro corazón en Manos del Espíritu Santo,
porque será Él quien nos llenes de sus frutos y nos inunde de la Gracia de
Dios.
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