Es bueno, emocionante y
necesario pararte y ver el desarrollo de tu vida. Desde que fuiste embrión,
feto, y, más tarde, tomaste apariencia humana. Eras semilla de persona humana y
conseguir tu desarrollo hasta poder tu mismo reflexionar sobre tu camino es un
privilegio y una gran suerte, porque muchos se quedan en el camino, bien por
problemas físicos o por voluntad de sus propios padres que los condenan a
morir.
Ser fruto de una vida nacida
para vivir es hoy, y ha sido siempre, un gran milagro que nos viene dada de la Mano
de Dios. Pero, igual que tú fuiste un fruto dado por amor en tierra fértil y
buena, te corresponde ahora a ti dar también buenos frutos. Y para eso tendrás
que disponer tu propia tierra en los cuidados de Aquel que pueda dar buenos
frutos.
Porque, sólo uno es el Sembrador y necesita tierra
adecuada y buena, para que su Palabra, hundida y arraigada en esa tierra buena
y profunda dé buenos frutos. Esos frutos que desprenden verdadero amor y huelen
a Vida Eterna por Amor.
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Tu pensamiento es una búsqueda más, y puede ayudarnos a encontrarnos y a encontrar nuestro verdadero camino.