Sería muy conveniente
despertar y no perder de vista el resultado final de nuestra vida, porque eso
será lo más importante y lo único valioso. Seremos juzgados y no de nuestros
actos de cumplimientos ni de nuestras acciones notables, sino del amor que
hayamos dado. Eso será, pues, nuestro objetivo. Todo lo demás en función del
amor.
Por lo tanto, la lucha es
constante, sin pausa, pues en el descanso también crece la cizaña y puede
afectarnos si no estamos atentos. Una cizaña que trata de apartarnos del amor y
de hacer el bien. Necesitamos amar porque ese será el objetivo de nuestro
juicio final.
La meta es clara y sabemos también claramente lo que
tenemos que hacer. Mirar para otro lado es de tonto y de irresponsable. Tarde o
temprano tendremos delante esa hora donde nuestra vida será descubierta y
examinada desde el amor. Pongámonos en Manos de Jesús, Él sabrá darnos la
paciencia y la fortaleza de servir y amar.
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