En nuestras familias, incluso
cristianas, preparamos a nuestros hijos para que puedan acceder a los primeros
puestos. Por eso, les enviamos a los mejores colegios y les damos todas las
facilidades para que se preparen para alcanzar éxito en la vida. Ponemos a su
alcance todo lo que está en nuestras manos.
Pero, ¿qué es el éxito?
¿Acaso es ser el primero, el más fuerte o el mejor? No parece que eso es lo que
nos dice Jesús. Él piensa de otra forma y se fija en los más pequeños y también
más necesitados. Nos invita a prepararnos lo mejor que podamos, ¡eso sí!, pero
no para ser los mejores y triunfadores, sino para servir.
Ya en nuestro bautismo hemos sido configurados en
Cristo como sacerdotes, profetas y reyes, y eso significa que tenemos que ser
reyes en ser líderes. Líderes en servicio, es decir, estar preparados para ser
los primeros en servicio a los más necesitados, a los pobres y pequeños que
depende de nosotros. Es entonces cuando ocuparemos en verdad los primeros
puestos.
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