La vida nos va demostrando
que, cuando hemos tomado el camino de la riqueza, de la suficiencia, estamos
equivocándonos. Porque, con el dinero, el poder, la suficiencia y todo lo que
pensamos nos da seguridad no conseguimos felicidad. La plenitud no está en esas
cosas, que en lugar de darnos paz y gozo nos ofrecen discordia e inseguridad.
El mundo y sus riquezas nos
ciegan y no nos dejan ver la realidad. Quizás cuando empezamos a darnos cuenta
ya se nos ha hecho tarde. Necesitamos pararnos y reflexionar, porque la vida no
se gana con el poder y la riqueza, sino con el amor y el desprendimiento.
Esa es la propuesta de Jesús: Una propuesta de renuncia,
de desprendimiento, de salir de ti mismo, de servicio, de generosidad, de
desvivirse por el otro y hacer la Voluntad de Dios. Es ahí donde se encuentra
el camino que conduce a la verdadera y única felicidad, la que Jesús te
propone. Una felicidad Eterna.
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