Muchas
veces el hombre complica su propia vida y lo que Dios quiere transmitirle. Pone
barreras entre la Palabra de Dios y su oído e impide que la pueda oír. Y pone
su imaginación y su pensamiento a lo que Dios quiere transmitirle. ¿Qué ocurre?
Que se equivoca y no escucha lo que Dios le dice.
No podía
imaginar el hombre que el Mesías prometido estuviese escondido en la Persona de
Jesús. Aquel Jesús que ellos conocían era una más de ellos. Conocían a su Madre
y su padre era el carpintero José. ¿Cómo iba a ser ese Jesús el Mesías
prometido y enviado? No entraba esa idea en sus cabezas.
Pero, ¿qué ocurre hoy? ¿Nos sucede a nosotros lo mismo?
¿Acaso nosotros no pensamos que las cosas de Dios tienen que pasar por nuestra
razón y nuestra forma de pensar? ¿Pretendemos entender a Dios? ¿O lo verdaderamente
importante es fiarnos de Él? Dios puede hacer lo que quiera y suele tomar lo
más pequeño, humilde y aparentemente inservible. Es Dios y todo es posible en y
con Él.
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