Aveces nos empeñamos en
llenar la vida de actividades, de buscar los que nos parece más exitoso y, sin
darnos cuenta, llenamos nuestra vida de cosas y más cosas que al final no se
tendrán en cuenta. Porque, en tu vida no van a mirar tantas misas, ni oraciones
ni rosarios o novenas. Simplemente, lo que cuenta son los actos que has hecho
con amor.
Eso son los peces que
importan, los que han sido pescados con verdadero amor. No si son grandes o
pequeños, sino si se han pescado con amor. Esa es la palabra que nos será
examinada al final. Se apartarán los que ha sido obra interesada, mirada con
cierto egoísmo o lucimiento, y se quedarán sólo los que lleven el estigma del
amor.
Por lo tanto, amar es lo que realmente importa y esos
son los pecados con los que hemos de llenar nuestras redes personales. Echar
nuestras redes llenas de amor para traer peces llenos de amor. Porque, ese es
el mandato de nuestro Señor, amar como Él nos ama. ¿Y cómo te ama el Señor? En
Él descubrirá como también tú tienes que amar al otro.
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