No se nos puede ir el tiempo
de nuestra vida sin alumbrar con todas las fuerzas y fortaleza que podamos el
agradecimiento de la Misericordia de Dios. La vida es el tiempo que tenemos para
dar respuesta a su llamada y merecer su Misericordia.
Y nunca la mereceremos por
méritos propios, sino por su generosa y amorosa Misericordia que nos regala la
maravillosa oportunidad de acogernos a su perdón y a su amor. Pero, sí, tenemos
un tiempo de salvación maravilloso, nuestra vida, que nos da la opción de hacer
su Voluntad.
Que no es otra que vivir en su Verdad a la Luz de su
Palabra. Esa es nuestra misión, dar luz y luz alumbrando con y desde la Palabra
del Señor. Alumbrando con nuestra vida, palabra y obras, y dando testimonio de
que el Señor es nuestra salvación.
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