Caminar contra corriente
siempre es duro y costoso. Hay corrientes más fuertes que otras, pero el
denominador común de todas es la dureza y la exigencia del sacrificio hasta la
propia muerte. Y así ha sucedido con todos los que han seguido a Jesús.
Él fue el primero que dio su
vida por amor. Vino a servir y dispuesto a darse totalmente. Y hoy nos advierte
que a nosotros nos sucederá algo parecido. Pero, también nos anima y nos
promete que no nos quedaremos solos. Nos promete la asistencia del Espíritu
Santo que nos iluminará para que sepamos qué decir en cada momento.
Y recibiremos fortaleza para
ser pacientes y poder perseverar hasta el final. No será fácil, pero con el
auxilio del Espíritu Santo podremos lograrlo. Por eso, sostengamos unidos a Él
y perseveremos, porque el que
persevere hasta el fin, ése se salvará.
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