Cuando te encuentras cansado
buscas donde descansar. Y se hace necesario el descanso, porque sin él no se
puede avanzar. Pero, hay un cansancio que no guarda relación con el cansancio
físico. Se trata del cansancio anímico, espiritual y hasta afectivo. Son
cansancios diferentes.
Y, también, difíciles de
solucionar. Porque, no se trata de descanso sino de encontrarle sentido a ese
cansancio que nos descentra, nos abate y nos hace perder el sentido de la vida.
Y es que sólo la paz se puede encontrar en Aquel que la tiene. Por eso, Jesús que
sabe lo que nos ocurre nos dice:
«Venid a mí todos los
que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre
vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y
hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga
ligera».
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