lunes, 31 de diciembre de 2018

Esa Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Dios encarnado se hizo Hombre, con la misma naturaleza nuestra, para padecer y sufrir como un hombre. Tomó la naturaleza humana igual que cualquier hombre menos en el pecado, para indicarnos desde nuestra humanidad el camino a seguir.

Significa que, si Dios lo hizo así en su Hijo, tú y yo, de naturaleza humana también podemos hacerlo. Podemos, porque no estamos solos. Nuestro Padre sabe de nuestras debilidades y nos ha protegido. Tenemos el auxilio y la asistencia del Espíritu Santo, que nos ayuda a luchar y superar los dificultades.

Si nosotros pensamos que nos es imposible, para Dios no hay nada imposible. Así lo ha dejado demostrado en la encarnación y en el embarazo de Isabel, la madre de Juan el Bautista. Así se lo hizo saber a María en la anunciación.

¡FELIZ AÑO NUEVO!

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