La concepción de María, la
elegida por Dios, por el Espíritu Santo es algo que escapa a nuestra limitada
capacidad para entender. Sólo desde la fe puedes admitirlo, pero la fe es un
don de Dios que necesitas pedir y abrirte a ella. Fe es fiarte y confiar.
Sin embargo, hay hechos y
acontecimientos que te pueden ayudar a confiar. Los sucesos naces en momentos
históricos que están contemplados en la historia de la humanidad y la promesa
de ese nacimiento estaba ya profetizado – Isaías 7, 14 -. Por lo tanto, se
esperaba aunque no se pueda entender.
Por eso, nos hace falta la fe. La fe de fiarte de
Aquel en el que todo lo profetizado se cumple y que su Vida testimonia su
Palabra y sus Obras. La Virgen, llena de Gracia, fue su cuna y su morada, y su
Sí a la elección del Plan de salvación de Dios fue claro, decidido y
comprometido.
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